miércoles, diciembre 13, 2006

Dos dias mas tarde...

11-12-06. Sentada sobre la manta que con mimo había tejido su abuela, se acababa de encender un cigarro que, tras la primera calada, posó sobre el cenicero de flores que se trajo de algún país lejano, mientras sonaba a todo volumen su último descubrimiento, Napoka iria.

Volvía a notar esa extraña pero conocida sensación en su estómago. La que aparece antes de una pelea, antes de un adiós y se queda activa hasta que otro sentimiento más fuerte es capaz de esconderla cuando los malabaristas de la vida crean oportuno que vuelva a girar.
Esa extraña pero conocida sensación que más de una vez le había augurado lo que sucedería. Contendría sus ganas de dar un abrazo y simplemente dejaría ver cómo se cierra la puerta.

Pero esta vez, sabía, que en caso de tener la oportunidad y de apetecerle en ese momento, se dejaría llevar por sus sentimientos. Dejaría todos los juegos de lado, todas las dinámicas, todas las suposiciones y todos los "saberes estar" y haría exactamente lo que le dictara su maltrecho corazón.
La verdad es que no estaba segura al 100%. A veces sentía que sí, otras que no. Necesitaba comunicarse, necesitaba saber qué llevaba dentro. Escuchar como las palabras salían de su boca y sorprenderse a ella misma, por primera vez en su vida, dejándose llevar por sus sentimientos. Contar lo que realmente le carcomía por dentro, sin miedo a nada. Total, lo peor sería ver cómo se cierra la puerta, y eso ya lo tenía sin empezar.

Ella duda de que su sensación sea una señal más. A veces no entiende los caminos del destino. A veces azules, otras, cuanto menos, nublados. ¿Habría perdido la capacidad de interpretar sus sensaciones? Sabía que la única manera de averiguarlo era dejar que los acontecimientos fluyesen. No había de otra.

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